“Las acciones en la dimensión económica no aseguran la restauración y regeneración de los ecosistemas naturales ni la igualdad social. La comprensión de que el crecimiento económico no es la bala de plata para el bienestar de las personas y el planeta sino está orientado por principios éticos, es lo que permite que hoy se hable de desarrollo sustentable”

El posicionamiento de la problemática climática ha comenzado a generar una peligrosa confusión

La crisis climática se ha instalado como una de las principales urgencias a nivel internacional debido a los efectos innegable que está teniendo, y tendrá, sobre toda la vida en nuestro planeta. Por esta razón, múltiples actores hacen llamados contantes para tomar de forma seria este desafío y avanzar más allá de las buenas intenciones. Aunque sabemos, los resultados aún están muy por debajo de lo esperado.

Sin embargo, el posicionamiento de la problemática climática ha comenzado a generar una peligrosa confusión respecto de su relación con el desarrollo sustentable, al punto que parecen sinónimos que pueden ser intercambiados sin ninguna consecuencia práctica. Situación que es muy lejana a la realidad.

El Informe Nuestro Futuro Común de 1987, definió al desarrollo sustentable como la satisfacción de las necesidades de la generación presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades, mediante el desarrollo equilibrado entre lo económico, social y medio ambiente.

De lo anterior se desprende que la dimensión ambiental es una de las tres que componen la triada. Por lo tanto, cuando nuestros discursos y acciones se centran de forma exclusiva en el calentamiento global y el cambio climático estamos abordando solo un aspecto, importante, por cierto, pero que no puede ser intercambiable por los otros dos.

Seguramente se podrá argumentar, tal como bien hace Naciones Unidades, que la crisis climática es causa directa de la degradación ambiental, los desastres naturales, las condiciones meteorológicas extremas, la inseguridad alimentaria e hídrica, la disrupción económica, los conflictos y el terrorismo. Lo cual incorpora las consecuencias económicas y ambientales.

Efectivamente, en cuanto a efectos se refiere, no cabe duda de que la crisis climática tiene efectos en todos los aspectos. Pero esto no significa que las decisiones en materia climática resuelvan por si solas las causas que llevan a la desigualdad social de los países, como podrían ser la falta de acceso a los servicios públicos de salud, educación, pensiones o seguridad, como tampoco resolverán la necesaria igualdad de género.

En el mismo sentido, las acciones en la dimensión económica no aseguran la restauración y regeneración de los ecosistemas naturales ni la igualdad social. La comprensión de que el crecimiento económico no es la bala de plata para el bienestar de las personas y el planeta sino está orientado por principios éticos, es lo que permite que hoy se hable de desarrollo sustentable.

Asimismo, las soluciones pensadas para abordar la injusticia social podrían perfectamente ir en contra del crecimiento económico y el bienestar ambiental, si se buscara terminar el hambre en el mundo utilizando modelos de Estado que se alejen de la democracia como forma de organización política; aunque poco atractivo podría ser posible.

Estos son ejemplos simples para no olvidar que la crisis climática no es un término intercambiable con el de desarrollo sustentable y que si no se establece esa clara diferencia estamos arriesgando que la agenda climática consuma completamente la acción de gobiernos, empresas, universidades y sociedad, sin asumir la complejidad del problema ¿significa esto que la crisis climática deja de ser relevante? Por ningún motivo, pero debemos ser conscientes que también existen otros temas en juego.

El desafío que se tiene, por lo tanto, está en recuperar la definición original y darnos cuenta de que debemos propiciar un desarrollo económico, social y medio ambiental equilibrado donde las políticas públicas, las estrategias de negocios, la ciencia y tecnológica y, por cierto, el trabajo de las comunidades integre estas tres dimensiones en vez de ser vista como silos separados.

Porque si bien a veces la crisis climática y desarrollo sustentable se ven parecidas, no iguales.

ANDREÉ HENRÍQUEZ
DIRECTOR EJECUTIVO DEL CENTRO TECNOLÓGICO DE ECONOMÍA CIRCULAR