Los ciudadanos y ciudadanas han engrandecido nuevamente el sistema democrático de Chile, utilizando un lápiz para decirnos que están en sus plenas facultades para decidir lo que consideran mejor para el país, siendo una lección para toda la clase política.

Pero como todo proceso que se cierra inmediatamente abre uno nuevo. Y desde ahora cabe preguntarse ¿qué aspectos de lo rechazado pueden ser o deben incorporados en un nuevo texto constitucional? La respuesta no es fácil, pero sin duda uno de los elementos claves que debe rescatarse de la propuesta original es avanzar hacia un país comprometido con el desarrollo sustentable.

Chile posee una riqueza natural desde Arica a la Antártida que debe reconocerse y valorar

Primero, porque Chile con una base exportadora de recursos naturales estará progresivamente presionado a cumplir nuevas exigencias que demuestren que lo que extrae y envía a los mercados globales se basa en un modelo trazable en materias sociales y ambientales de estándar internacional.

Aprovechar las oportunidades de la transición energética a nivel global que aumentará la demanda del cobre y litio en las próximas décadas, no solo requiere facilitar el camino para nuevos proyectos, sino que esa inversión deberá ser cada vez más verde en toda la cadena de valor.

Segundo, se sabe por el peso de la evidencia que las comunidades son más exigentes con el comportamiento social y ambiental de las empresas en sus territorios. Si no avanza en un cambio de mentalidad entre las partes y un acuerdo nacional, lo que potencialmente enfrentaremos es un incremento en la tensión social que en nada ayuda a la cohesión social de largo plazo, algo de lo que se debería haber aprendido.

Tercero, proteger la biodiversidad nacional para entregarle a las generaciones futuras la posibilidad de desarrollarse en un marco de crecimiento económico, social y ambiental mejor que el actual es un imperativo ético. A pesar de nuestras tardías respuestas y falta de comprensión del desafío que tenemos, aún se puede corregir el rumbo para pensar en el largo plazo.

Chile posee una riqueza natural desde Arica a la Antártida que debe reconocerse y valorar, impulsando actividades económicas que incorporen su regeneración y restauración desde el diseño, sin caer en la tentación de la prohibición como única vía de respuesta.

Por esta razón, cual sea el mecanismo que se decida impulsar para lograr una nueva constitución, el nuevo texto debe convocar a todos los actores de la sociedad chilena a un acuerdo sobre el equilibro entre lo económico, social y ambiental, porque nos guste o no, el desafío del desarrollo sustentable no se detuvo el 4 de septiembre.

ANDREÉ HENRÍQUEZ
DIRECTOR EJECUTIVO DEL CENTRO TECNOLÓGICO DE ECONOMÍA CIRCULAR