Según datos de Circularity Gap Report 2022, en los últimos seis años hemos consumido 70 % más recursos naturales que los que el planeta puede reponer.

Economía Circular

El 8,6 % es el nivel de circularidad que alcanzó el planeta en 2022, lo que representa una caída del 5 % respecto de 2018, a pesar de los esfuerzos internacionales para acelerar la transición desde el actual modelo lineal hacia uno circular. Las razones de esta disminución pueden atribuirse a múltiples causas, pero, principalmente, a la incapacidad de pasar del discurso a la acción, de la evidencia científica a la transformación, y de reconocer que el modelo que permitió generar riqueza en el siglo XX no es compatible con el hecho de que tenemos solo un planeta donde vivir.

Algunas personas argumentarán que este retroceso en la circularidad está influenciado por el cambio de prioridades producto de la pandemia. ¿Qué duda cabe? Sin embargo, las nuevas urgencias que siempre surgirán en un mundo complejo e incierto no evitaron que nuestros ecosistemas siguieran degradándose en este periodo o que muchas regiones agudizaron sus fracturas económicas y sociales. Las excusas solo agravan la falta de claridad política en todos los niveles y tipos de instituciones.

Para países como Chile, el desafío es entender cómo resignificar su camino al desarrollo, pensando en la regeneración y restauración de los sistemas socionaturales, apostando por la generación de valor económico, social y medioambiental, donde el modelo de economía circular debe ser su piedra angular. Tenemos una ventana de oportunidad única para ser referentes en la transformación del modelo económico de la humanidad, porque lo que se juega es nuestro futuro como especie.

Para avanzar, debemos asumir que, a pesar de nuestras legítimas diferencias, tenemos que lograr un acuerdo nacional para implementar los cambios necesarios que permitan transformar la economía del país hacia una que genere triple valor. En esto no podemos fallar y cualquier otra respuesta será cortoplacista y tremendamente costosa para una nación que está expuesta ambiental, económica, social y políticamente al mundo.

Este acuerdo nos permitirá pasar a la acción de forma sistémica y colaborativa, orientando las políticas públicas de forma articulada para apoyar el cambio que se requiere en las actuales industrias, como también para impulsar otras que tengan el gen de la circularidad desde su diseño. Asimismo, la investigación científica e innovación tecnológica en el país podrán contar con un marco estratégico de largo plazo, que permita que el anhelado impulso hacia el 1 % del PIB en I+D+i encuentre una clara orientación hacia el desarrollo sustentable.

En el mismo sentido, las empresas podrán avanzar hacia la necesaria cooperación con el Estado, la academia y los propios territorios para desarrollar nuestro país. Tenemos sectores económicos que jugarán un papel clave en la transición hacia las energías limpias en el planeta, pero deberán hacerlo neteando a cero sus gases de efecto invernadero y aumentando la generación de valor social y ambiental en las regiones en las cuales desarrollan sus actividades. No existe otro camino si queremos aumentar la legitimidad social de las empresas, porque para una parte creciente de la sociedad ya no basta con que solo generen empleo.

Así, en este Día del Planeta, el llamado es a comprender que este no es un desafío de las generaciones futuras, sino de las actuales. Somos nosotros los que sentiremos las consecuencias de nuestra falta de compromiso y acciones concretas. Por lo tanto, debemos pasar del discurso a la acción: no basta con que nuestro planeta sea redondo, debe ser imperiosamente circular.

Publicación original en el diario El Mercurio, Chile, 22 de abril de 2022